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La revolución de la inteligencia artificial en los viajes: ¿Estamos al borde de un cambio de paradigma?

La revolución de la inteligencia artificial en los viajes: ¿Estamos al borde de un cambio de paradigma?

Ya sea prediciendo el auge de la computación personal o advirtiendo sobre el peligro de las pandemias globales infecciosas, Bill Gates tiene una habilidad probada para prever tendencias. En un reciente artículo, visualiza un futuro donde los agentes impulsados por inteligencia artificial no solo son capaces de interactuar en lenguaje natural, sino que también evolucionan con el tiempo, aprendiendo del comportamiento del usuario. Estos agentes serán muy diferentes al molesto bot «Clippy» de Windows 98, actuando como asistentes personales, integrándose perfectamente en nuestra vida diaria, simplificando tareas aburridas y sugiriendo acciones antes de que el usuario las solicite.

Gates detalla cómo el sector de los viajes estará en la primera línea de esta disrupción: «Imagina que deseas planificar un viaje. Un bot de viajes identificará hoteles que se ajusten a tu presupuesto. Un agente sabrá en qué época del año viajarás y, basándose en su conocimiento sobre si siempre pruebas un destino nuevo o te gusta volver al mismo lugar repetidamente, podrá sugerir ubicaciones. Cuando se le pregunte, recomendará actividades según tus intereses y propensión a la aventura, y reservará mesas en restaurantes que disfrutarías».

El cambio de plataforma desata los superpoderes de los agentes de inteligencia artificial. Intentar predecir cuánto tiempo tomará para que un cambio de paradigma potencial se convierta en nuestra nueva realidad es desalentador incluso para alguien como el fundador de Microsoft.

Pero, como ilustra el gurú tecnológico Benedict Evans en este gráfico, en los últimos 50 años hemos visto un cambio de plataforma cada 15 años aproximadamente, con un nuevo software u hardware, «factor de forma» en la jerga tecnológica, sirviendo como catalizador para cada cambio transformador. El lanzamiento del iPhone en 2007 marcó el último cambio de plataforma, permitiéndonos llevar una supercomputadora conectada a Internet en nuestros bolsillos.

¿Estamos en medio de un momento crucial que verá el surgimiento de una nueva plataforma que nos permitirá interactuar y aprovechar la inteligencia artificial? Algunos podrían argumentar que ya la tenemos. El smartphone marca todas las casillas gracias a su accesibilidad y versatilidad incomparables. Su tamaño compacto, junto con sus sensores avanzados.

Según fuentes internas, Google planea potenciar su actual Asistente de Google en 2024, que se volverá a comercializar como Pixie. Podría integrarse en el próximo buque insignia de Google, el Pixel 9, y utilizará la información del teléfono del cliente, incluidos mapas y Gmail, combinada con el modelo de lenguaje multimodal (LLM) Gemini de Google, para ofrecer un asistente personal de inteligencia artificial verdaderamente personal.

En el resto de los teléfonos Android, el sitio tecnológico 9to5Google reveló a principios de 2024 que el gigante de las búsquedas ya integró la capacidad de reemplazar completamente su actual Asistente de Google en el código de Android con su chatbot Bard y colocar a Bard de manera destacada en la aplicación de búsqueda.

Mientras tanto, el rival de Google, Meta, parece estar ganando impulso con su asistente de inteligencia artificial en las gafas inteligentes Ray-Ban, como reconoció el director de tecnología, Andrew Bosworth, en una entrevista a finales de 2023: «Creíamos que esto iba a ser un gran producto con solo video de cámara, transmisión en vivo, excelente música, bueno para llamadas… Hace seis meses, pensamos: ‘Tenemos que poner el asistente en él’. Ahora, es la mejor característica de las gafas».

La avalancha de integraciones de inteligencia artificial en todo tipo de dispositivos alcanzó un nuevo clímax la semana pasada en la CES 2024: se anunciaron una serie de productos de inteligencia artificial, desde integraciones de ChatGPT en automóviles hasta robots domésticos inteligentes con inteligencia artificial.

Dispositivos AI-first en el horizonte. Como en los cambios tecnológicos anteriores, la inteligencia artificial podría abrir oportunidades para el desarrollo de dispositivos revolucionarios que se alineen mejor con el ecosistema tecnológico transformado y las expectativas de los usuarios.

A finales de 2023, se anunció que la leyenda del diseño anterior de Apple, Jony Ive, se asoció con el niño prodigio de la inteligencia artificial, Sam Altman, para trabajar en un proyecto de hardware con capacidades de inteligencia artificial innovadoras.

Mientras la escena tecnológica saliva ante la perspectiva de que un dispositivo innovador cobre vida con ese equipo de ensueño, un nuevo dispositivo con un factor de forma AI-first ocupó los titulares: Humane, fundada por ex empleados de Apple, presentó el Ai Pin, un dispositivo impulsado por inteligencia artificial, controlado por voz, touchpad o proyección láser. Realiza tareas como mensajería, llamadas, reproducción de música y traducción en tiempo real de idiomas.

En una charla de Ted, su fundador, Imran Chaudi, utilizó un punto doloroso clásico del viajero para mostrar el poder de dicho dispositivo nuevo: «¿Con qué frecuencia nos encontramos en una nueva ciudad, luchando con nuestros teléfonos, tratando de no chocar con la gente, tratando de averiguar a dónde vamos y dónde se supone que debemos estar?… Los dispositivos invisibles deberían sentirse tan naturales de usar que casi olvidas que existen».

A tiempo para la CES 2024, otro dispositivo innovador que promete revolucionar la interfaz humano-máquina llegó a la escena: el dispositivo r1 AI rabbit, estilo Tamagotchi. Durante la presentación de la empresa, el viaje también apareció como un caso de uso prominente al mostrar cómo la inteligencia artificial facilita la planificación y reserva de un viaje complejo a Londres.

El veredicto aún está pendiente sobre si una nueva generación de dispositivos AI-first podrá desafiar la tiranía del smartphone de esta última década. Pero el gurú tecnológico Om Malik tiene un punto convincente cuando escribe: «Las aplicaciones son flujos de trabajo diseñados para realizar tareas específicas. En un futuro no muy lejano, estos flujos de trabajo saldrán de los confines de un envoltorio de aplicación y se convertirán en ejecutables, donde nuestro lenguaje natural actuará como un lenguaje de script para las máquinas, creando servicios altamente personalizados (o aplicaciones) que se nos ofrecerán como una experiencia».

Información original en Phocuswire.

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