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El parón de Airbnb, ¿una oportunidad para que las ciudades recuperen el control?

El parón de Airbnb, ¿una oportunidad para que las ciudades recuperen el control?

No cabe duda de que Airbnb ha revolucionado los viajes y, desde su fundación en 2008, cientos de miles de propietarios han utilizado la plataforma de alojamiento vacacional.

Pero mientras los anfitriones, como se les conoce, se lamentan por el colapso de la industria turística y su pérdida de ingresos, muchas autoridades municipales se frotan las manos ante la perspectiva de que miles de permisos de vacaciones vuelvan al mercado tradicional de alquileres.

Las ciudades se quejan de que los pisos turísticos han hecho subir el precio de los alquileres y han obligado a los residentes a abandonar determinados núcleos urbanos, con el efecto de que los negocios locales ya no tienen una comunidad a la que servir.

«Esperamos que un tercio o incluso la mitad de estos apartamentos turísticos autorizados se conviertan en apartamentos normales para alquilar en los próximos tres años», asegura Janet Sanz, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona.

Este argumento ha sido respaldado por Ian Brossat, teniente de alcalde de París a cargo de Vivienda. «Tenemos la intención de aprovechar la oportunidad para recuperar el control», dijo.

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Brossat explica que los anuncios de la Airbnb se han hundido en París y que los anfitriones habían registrado sólo 40 estancias con las autoridades en las tres primeras semanas de abril, en comparación con un promedio de 1.210 al mes el año pasado. Airbnb refuta estas cifras, prefiriendo centrarse en la oferta en lugar de la demanda.

Por su parte, Barcelona ha mantenido una larga guerra con Airbnb. Hay 9.600 apartamentos de vacaciones con licencia en la ciudad y al menos otros tantos sin licencia, contribuyendo a una explosión de turismo a la ciudad desde que la plataforma comenzara a ofrecer alojamientos en 2009.

«Lo que los propietarios de apartamentos turísticos quieren ahora es estabilidad, y pueden obtenerla de los alquileres convencionales», cree Sanz. «Por supuesto, ganarán menos de lo que ganaban alquilando a los turistas».

Por su parte, Airbnb es optimista sobre el desafío al que se enfrenta. Un portavoz de la compañía explica que «a día de hoy existen más anuncios en Airbnb que hace un año y nuestra plataforma seguirá siendo un salvavidas económico para los anfitriones en el futuro. Ya estamos viendo signos alentadores de crecimiento de los viajes internos en algunos mercados y el número de estancias a largo plazo en Airbnb casi se ha duplicado. Seguiremos trabajando con las ciudades para asegurarnos de que todo el mundo se beneficia de los viajes en Airbnb, basándonos en nuestra experiencia de colaboración con más de 500 gobiernos y organizaciones de todo el mundo».

Sin embargo, la compañía acaba de despedir a 1.900 empleados, alrededor del 25% del total. En Barcelona ha rescindido el contrato de un call center, con la pérdida de 800 puestos de trabajo.

En realidad, muchos más trabajos se perderán en el próximo año. Un informe interno del Ayuntamiento de Barcelona predice que muchas pequeñas y medianas empresas turísticas no sobrevivirán y se refiere a una «pérdida irrecuperable de puestos de trabajo» y a la perspectiva de «calles sin vida ni comercio, especialmente en las zonas más orientadas al turismo».

Pero para muchos residentes, que creían que la ciudad estaba irrevocablemente perdida por el turismo de masas, hay esperanza. «Tenemos la oportunidad de repensar la ciudad», dice Sanz. «Durante años hemos dicho que queremos recuperar la Rambla y las playas para los residentes. Los negocios deben adaptarse. Necesitan ofrecer lo que la gente que vive aquí quiere, que no son souvenirs y sangría. Un mercado dirigido exclusivamente a los turistas no va a funcionar en el futuro».

Información original publicada en The Guardian.

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