Yellowstone, el primer parque nacional declarado del mundo, cuya protección sirvió de modelo para el resto, invita al viajero a vivir toda una aventura en su naturaleza intacta, desde avistar osos grizzly o manadas de bisontes a quedarse atónito ante un sinfín de manifestaciones termales, entre las que se cuenta el mayor géiser de la tierra.

Yellowstone es lo más parecido a Wonderland. Literalmente, porque esta meseta a 2.400 metros de altitud en las Montañas Rocosas que, entre los estados de Wyoming, Montana e Idaho, encierra el primer parque nacional de Estados Unidos es todo un País de las Maravillas. Un paisaje volcánico donde se concentran la mitad de los géiseres del planeta, además de ser refugio de una vida silvestre en mayúsculas y el mejor símbolo de un territorio virgen.

Desde cualquiera de las cinco entradas que dan acceso a Yellowstone, lo primero es dirigirse a alguno de sus centros de visitantes, como el Albright Visitor Center, junto a las cascadas Mammoth Hot Springs.

El Centro de Información de Canyon Village es un buen comienzo para descubrir algunas de las cascadas más impresionantes de las 290 que posee. Las Lower Falls, con sus espectaculares 94 metros, doblan en altura a las del Niágara; las Upper Falls resultan atronadoras sobre todo al final del invierno; y la más legendaria, Tower, fue la primera avistada por los pioneros europeos que se adentraron en la región.

Emplazado sobre un gigantesco volcán dormido como está el parque, donde la tierra arde apenas a 5 kilómetros bajo los pies, se entiende que uno de los grandes atractivos de Yellowstone sea quedarse atónito ante su enorme despliegue de manifestaciones termales. Para ello basta con contemplar alguno de los 250 géiseres que esconde, como el Old Faithful, una columna de agua que cada hora alcanza la altura de un edificio de 15 pisos, o menos predecible, el Steamboat, el géiser más alto del mundo en acción.

La cita ineludible con el calor interior terrestre son las bellísimas formaciones de carbonato cálcico de Mammoth Hot Springs, una continua sucesión de estanques blanquecinos en cascada bautizadas con sugerentes nombres como las terrazas de Minerva. Al amanecer o al atardecer (las mejores horas para observar la fauna salvaje), al calor de sus vapores termales, es fácil atisbar el majestuoso ciervo o wapití.

Los que no son tan fáciles de avistar son los osos grizzly, pero como son magníficos corredores, durante las caminatas conviene ir bien atentos y no olvidar las explicaciones que los guardas ofrecen ante un azaroso encuentro.

El viajero foráneo interesado en visitar Estados Unidos debe saber que para entrar en el país tiene que conseguir una autorización electrónica de viaje (esta visa). La puede tramitar fácilmente por Internet. El Sistema Electrónico de Autorización de Viajes (ESTA) permite a los ciudadanos de países participantes del Programa de Exención de Visados (VWP) viajar a USA por motivos de turismo o negocios sin necesidad de obtener un visado. Le vale al viajero para una estancia que no exceda los 90 días (tres meses).