En las últimas décadas, la tecnología ha transformado profundamente la industria del turismo. Desde la digitalización de reservas hasta la mejora de la experiencia del cliente, su impacto ha sido clave para modernizar procesos, agilizar operaciones y ampliar el acceso a los viajes. Sin embargo, los retos actuales exigen que la innovación tecnológica vaya mucho más allá: ahora, el foco está en cómo esta puede contribuir de forma directa a resolver desafíos estructurales como el sobreturismo o la exclusión económica de ciertas regiones.
La reflexión parte de Ragnar Fjölnisson, CEO de Kaptio, quien en un reciente artículo analizó cómo la tecnología bien aplicada puede convertirse en una aliada estratégica para convertir el turismo en un motor de desarrollo sostenible y de inclusión económica real.
Un cambio de mentalidad: de lo funcional a lo transformador
Durante años, la innovación en el sector turístico ha estado orientada principalmente a mejorar la eficiencia de los procesos: reservas en tiempo real, plataformas de pagos integradas o experiencias personalizadas basadas en datos. Pero los retos que hoy enfrenta la industria—desde el impacto ambiental hasta la desigualdad territorial—exigen una tecnología con vocación transformadora.
Fjölnisson habla desde la experiencia personal. En 1987, su familia apostó por el potencial turístico de una región remota de Islandia, aislada entre ríos glaciares y sin puentes que la conectaran con el resto del país. La llegada de la infraestructura básica y, años después, la irrupción de internet y las plataformas digitales de reservas permitieron que ese rincón del mundo se convirtiera en un destino de referencia. Un ejemplo de cómo la conectividad, cuando va acompañada de visión y herramientas tecnológicas, puede cambiar por completo la realidad de un territorio.
Hoy, el reto es escalar ese modelo a nivel global.
Redistribuir el turismo para combatir el sobreturismo
Uno de los grandes desafíos de la sostenibilidad turística es la congestión de ciertos destinos. Venecia, Machu Picchu o Barcelona son solo algunos ejemplos de ciudades que viven tensiones entre la actividad turística y la calidad de vida de sus residentes.
La tecnología puede jugar un papel clave en la redistribución de la demanda. El uso de APIs para conectar a operadores con inventario local no convencional permite que las agencias y plataformas vendan experiencias en destinos menos saturados. Esta dinámica, además de aliviar la presión sobre los hotspots, permite que los beneficios del turismo lleguen a regiones que tradicionalmente han quedado al margen del circuito comercial.
Un ejemplo concreto es Intrepid Travel, una empresa que ha utilizado la tecnología para diseñar y promocionar rutas por destinos menos explorados, trabajando en estrecha colaboración con comunidades locales. Gracias a estas herramientas, Intrepid no solo diversifica su oferta, sino que amplifica el impacto económico en zonas necesitadas.
Promover la inclusión económica desde lo digital
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas ofrecen un marco claro: el ODS 8 aboga por el crecimiento económico sostenido e inclusivo, mientras que el ODS 9 promueve infraestructuras resilientes y la innovación. Desde esta perspectiva, las tecnologías turísticas pueden actuar como aceleradoras de cambio, especialmente en regiones en desarrollo.
Herramientas como los pasarelas de pago digitales o los canales directos de comercialización permiten que operadores locales retengan una mayor parte de los ingresos generados. Plataformas como Rhino Africa ejemplifican este modelo, combinando software de gestión avanzada con estrategias de distribución global que devuelven valor económico a las comunidades y a proyectos de conservación.
Asimismo, operadores pequeños en Nepal, Ruanda o Bolivia pueden hoy acceder a los mercados emisores europeos o norteamericanos, integrándose con plataformas mediante channel managers, sin necesidad de intermediarios. Esto no solo multiplica sus oportunidades comerciales, sino que fortalece los tejidos económicos locales.
Dinamismo, personalización y sostenibilidad
La capacidad de las nuevas tecnologías para ofrecer propuestas hiperpersonalizadas tiene un valor adicional: orientar al consumidor hacia elecciones más responsables. Por ejemplo, al reservar un alojamiento en el Amazonas, el sistema puede sugerir alternativas que apoyen proyectos de conservación o iniciativas comunitarias. Así, la tecnología no solo mejora la conversión comercial, sino que educa e influye en los hábitos del viajero.
Este enfoque se alinea con una creciente demanda de experiencias auténticas y sostenibles por parte de los nuevos perfiles de viajeros, especialmente entre los más jóvenes. Las marcas que integren la sostenibilidad como parte de la experiencia, y no como un complemento, serán las que destaquen en este nuevo escenario.
Reducir intermediarios para aumentar el impacto
Una de las barreras que impiden la inclusión real es la excesiva dependencia de intermediarios, que fragmentan el valor generado por el turismo. Las soluciones digitales que permiten la venta directa, el empaquetado dinámico o la personalización en tiempo real están ayudando a derribar esta barrera.
El uso inteligente de datos, combinado con sistemas de reservas modulares y flexibles, permite que operadores medianos y pequeños actúen con una eficiencia antes reservada solo para grandes cadenas o plataformas globales. Este es un paso fundamental para construir una industria más equitativa y resiliente.
Un nuevo paradigma turístico
El futuro del turismo no solo pasa por ver más mundo, sino por mejorar el mundo que se visita. La digitalización no debe ser vista únicamente como un proceso de eficiencia, sino como una oportunidad para repensar el modelo de desarrollo turístico.
Las herramientas están disponibles. Lo que se necesita ahora es una visión clara, alianzas público-privadas eficaces, y la voluntad de invertir en soluciones tecnológicas que no solo generen beneficio económico, sino también bienestar colectivo.
La conclusión es clara: la transformación digital no puede limitarse a lo operativo. Tiene que extenderse a lo estratégico, ayudando a construir un sector turístico que impulse la equidad, el desarrollo sostenible y la inclusión real. Islandia lo logró a pequeña escala. El desafío ahora es escalar ese ejemplo al mundo entero.
Información original en PhocusWire.