Una de las mayores dificultades para la implantación de los vehículos autónomos es su convivencia con el resto de actores que participan en el tráfico de una ciudad. Actores que no cuentan con sensores, ni inteligencia artificial, y que a veces actúan sin seguir un parámetro previsible.

¿Es posible un contexto en el que los coches autónomos circulan por las mismas vías que los peatones y los coches tradicionales? Las primeras pruebas realizadas por las tecnológicas involucradas en esta carrera piensan que sí. Lamentablemente, esta carrera por alcanzar una tecnología destinada a convertirse en el futuro de la movilidad en coche se cobró ayer su primera víctima. El accidente se produjo en la ciudad de Tempe, Arizona.

El SUV Uber conducía hacia el norte, y una mujer cruzó en su camino fuera de un paso de peatones, momento en el que fue alcanzada por el vehículo. Más tarde fue llevada al hospital, según informó la filial local de ABC News ABC 15, donde murió como consecuencia de sus heridas.

La primera reacción de Uber ha sido detener todas las operaciones de prueba como resultado de este accidente, en todas las ciudades donde opera, incluidas Pittsburgh, Toronto, San Francisco y Phoenix.

Uber proporcionó la siguiente declaración sobre el incidente al medio TechCrunch: «Nuestros corazones están con la familia de la víctima. Estamos cooperando plenamente con las autoridades locales en su investigación de este incidente».

Este accidente reabrirá sin duda el debate sobre una tecnología por la que han apostado fuerte compañías como Google o Toyota y que, en algún momento, terminará siendo una realidad en nuestras carreteras, aunque parece que la tecnología implicada aún tiene un largo camino por recorrer.