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[OPINIÓN] Una crisis cada 6 años: reactividad y proactividad

[OPINIÓN] Una crisis cada 6 años: reactividad y proactividad

El turismo y su desarrollo están indisolublemente ligados a la situación económica global, a la seguridad tanto física como jurídica y a la salud pues, al ser un bien de consumo, depende directamente de la capacidad adquisitiva, de la libertad de movimiento y de la potestad para hacerlo en condiciones que garanticen la integridad física de la población.
A esos factores externos debemos de sumarles todos aquellos que conciernen al sector y a la operación en sí:

  • La fortaleza del entramado sectorial.
  • La avidez de la administración para apoyar a la industria en aquellos aspectos que lo
    requieran y que le conviertan en más competitiva y eficiente,
  • La capacidad del país de generar profesionales tanto de aquellos segmentos que afectan
    directamente al servicio como de las empresas accesorias que intervienen en el proceso
    de compra, disfrute o postventa del turismo.
  • La capacidad de crear una filosofía que integre al turismo en el sentir de la población en
    general.

La historia marca momentos que han quedado irremediablemente señalados en el calendario y que han ido actuando progresivamente a modo de vacunas en el sector, infringiendo un daño en el primer momento al tiempo que modificando el mercado resultante y fortaleciendo a los actores del tablero macroeconómico.

El siglo XX ha dejado una serie fechas que han hecho mella en todos los sectores:

En función de cada uno de los casos, la modificación en la conducta viene provocada por distintos motivos y pueden tener un impacto tanto local (nacional) como global:

  • Las crisis económicas modifican los patrones de consumo en base a la disponibilidad monetaria, lo cual concatena una serie de impactos en la producción y suministros de las compañías que, entre otros aspectos, imprimen daño en el ámbito laboral generando destrucción en el empleo.
  • Los conflictos bélicos afectan a la capacidad de movimiento hacia dentro como hacia fuera del estado o área en conflicto al tiempo que generan una redistribución de la demanda soportada en esas áreas hacia otros estados o zonas.
  • Las pandemias actúan como si de una mancha de aceite se tratara a medida que la enfermedad se va expandiendo. Paralelamente tanto el consumo interno como el tránsito de mercancías -tanto en importación como exportación- se bloquean provocando una caída en cadena dentro del sector consumo y teniendo su impacto negativo en el resto de los eslabones de la cadena.

El denominador común en todas ellas es que empujan a los sectores afectados a transitar por un escenario de depuración tras el cual, cada uno de los mercados, se regeneran y mutan dando lugar a modelos más sólidos y fuertes. Todo ello provocado por una modificación del escenario de demanda, algo común en cualquiera de las situaciones anteriormente comentadas.

Pero más allá de la depuración de cada uno de los actores, existe un impacto global perfectamente cuantificable -a posteriori- que no es fácilmente previsible debido a lo incontrolable de las variables que entran en juego. Si bien los “crash” financieros tienen un esquema de cálculo más obvio al versar sobre oferta, demanda o consumo, los conflictos bélicos y las pandemias requieren un estudio completamente distinto cuyos resultados se ven en el siguiente cuadro.

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Las cifras pueden resultar realmente frías si no son puestas en relación con otros parámetros que otorguen la perspectiva adecuada. No solamente hablamos de daños irreparables en los distintos sectores, contracción de la masa laboral -y de la demanda, de la masa empresarial, así como también cercena la recaudación por parte de las administraciones públicas.

Tomando como base las cifras de las pandemias, podríamos decir que la Gripe Aviar tuvo un impacto equivalente al PIB MUNDIAL de algo más de 5 meses, la crisis porcina ha dilapidado el PIB MUNDIAL de prácticamente 7 meses.

Lo que está claro es que, si se mantiene la dinámica, ninguna de las pandemias sufridas haría sombra al volumen con que amenaza el coronavirus, que amenaza el PIB Mundial de 3,2 años.

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Y en este contexto de incertidumbre en el que todos los factores parecen ser exógenos y completamente ajenos a nuestro control, las empresas pueden hacer mucho más de lo que en un primer momento podrían intuir.

No solamente pueden, sino deben tener perfectamente monitorizados sus negocios para que, de ese modo, identifiquen aquellos aspectos y atributos prescindibles en sus organizaciones y productos de modo que lo apliquen en momentos de crisis.

Del mismo modo pueden y deben tener parametrizado su suelo de gastos y el grado de afección de las distintas detracciones de atributos a su producto o servicio final. Si lo hacen, sabrán aplicar la intensidad necesaria de las medidas a tomar en cada momento.

No obstante, no hemos de pasar por alto que el combate de la crisis no ha de comenzar en el momento en que a la economía se vuelve frágil, sino que debe de estructurarse desde los momentos de bonanza: estresando al máximo las cuentas de resultado, de manera que se refuerce la posición y fortaleza de la corporación de modo que obtenga una posición propicia.

Llegado este punto no hemos de pensar exclusivamente en clave monetaria, sino en crear una estructura cada vez más fuerte, eficiente y sólida que sea capaz de proveer un producto o servicio cada vez más competitivo.

También es necesario que las compañías, al igual que tienen otra suerte de planes, creen uno de contingencias puesto que, solamente con las que aparecen en el gráfico inicial, hemos afrontado un escenario de crisis cada 6 años.

Por último y pensando en clave post-crisis, las empresas no deberían olvidar definir una estrategia así como reservar una serie de recursos y medios que faciliten el reposicionamiento necesario que deberán de abordar toda vez que haya terminado la depresión.

Cabe reseñar que, con más certeza que probabilidad, podemos aseverar que el mercado habrá mutado tanto en oferta como en demanda.

Y por encima de todo, no debe de olvidar mirar por el retrovisor para aplicarlo nuevamente en la siguiente contingencia, mejorando continuamente para afrontarlas con una posición tan fuerte como sea posible.

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