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OpenAI se lanza al mundo del hardware en su carrera por construir el asistente de viaje definitivo

OpenAI se lanza al mundo del hardware en su carrera por construir el asistente de viaje definitivo

La competencia entre gigantes tecnológicos por dominar la próxima generación de asistentes personales impulsados por inteligencia artificial (IA) está entrando en una nueva fase. OpenAI, conocida por desarrollar ChatGPT, ha anunciado la creación de una nueva empresa de dispositivos físicos, en colaboración con Jony Ive, el diseñador detrás del iPhone. Con esta decisión, la compañía busca integrar su IA en el día a día de las personas —y, de manera especialmente relevante para el sector turístico, convertirse en un asistente de viaje verdaderamente proactivo.

Un nuevo paso en la carrera tecnológica

Hasta ahora, OpenAI ha operado principalmente a través de su aplicación, mientras que rivales como Apple, Google o Microsoft contaban con una ventaja clave: un ecosistema completo de dispositivos propios. Apple, por ejemplo, ha incorporado a su iPhone 16 un botón lateral para activar su nuevo asistente de IA, mientras que Google ha desplegado Gemini —su IA generativa— en móviles, relojes, televisores, automóviles y gafas inteligentes.

Para nivelar el terreno, OpenAI ha anunciado la adquisición de la firma de diseño fundada por Ive por 6.500 millones de dólares. Esta nueva empresa de hardware se enfocará en desarrollar una “familia de productos” que podrían transformar el modo en que los usuarios interactúan con la tecnología, partiendo de cero con la IA como núcleo central.

Más allá del comando: un asistente que anticipa

La apuesta de estas empresas no es simplemente crear una IA que responda preguntas, sino desarrollar un asistente digital que entienda el contexto, reconozca patrones y actúe proactivamente. Para los viajeros, esto podría suponer un cambio radical.

Imaginemos algunos escenarios:

  • Un usuario explora Machu Picchu a través de unas gafas de realidad virtual y, días después, recibe una alerta en su móvil con vuelos a Perú a precios inusualmente bajos.

  • Las gafas inteligentes detectan que alguien ha pasado varios minutos frente a un cuadro de Monet, y semanas más tarde llega una sugerencia para visitar una nueva exposición impresionista en una ciudad cercana.

  • El calendario del usuario muestra una excursión al aire libre, y su reloj inteligente —conectado al asistente— detecta una alerta meteorológica, sugiriendo alternativas bajo techo alineadas con sus intereses.

Estos ejemplos ilustran cómo un ecosistema de dispositivos interconectados, gestionado por una IA central, puede ofrecer una experiencia mucho más fluida y personalizada para el viajero. Ya no se trata solo de buscar o reservar, sino de prever necesidades, anticiparse a preferencias y acompañar al usuario antes, durante y después del viaje.

Las ventajas y desafíos de empezar de cero

OpenAI tiene una oportunidad singular: diseñar un ecosistema desde cero, optimizado para la IA. A diferencia de Apple o Google, que deben adaptar sus ya consolidadas plataformas y dispositivos, OpenAI puede crear una arquitectura totalmente nueva, centrada en el procesamiento de lenguaje natural y la computación contextual.

Sin embargo, esa libertad también viene con riesgos. Históricamente, no todas las incursiones de grandes tecnológicas en el hardware han sido exitosas. Microsoft abandonó su línea de teléfonos y reproductores multimedia Zune tras años de desarrollo. Google, por su parte, dejó de fabricar sus gafas Google Glass en 2023 tras múltiples rediseños.

La clave, además del diseño, estará en la capacidad de los nuevos dispositivos para gestionar las altas exigencias computacionales que requiere la IA generativa. La experiencia del usuario deberá ser rápida, fluida y —muy importante— privada y segura.

Conexiones que redefinen el viaje

Uno de los elementos más prometedores de esta nueva generación de asistentes es su potencial para integrar múltiples capas de información y actuar en tiempo real. Si un viajero recibe confirmaciones de vuelos por correo electrónico, busca restaurantes en su teléfono y añade eventos a su calendario, un asistente potente podría consolidar toda esa información en un único itinerario accesible desde cualquier dispositivo.

Google ya está caminando en esa dirección: su motor de búsqueda, rediseñado con Gemini, empieza a ofrecer experiencias más conversacionales. Su plan es que la IA se comunique entre los diferentes dispositivos del usuario —ya sean móviles, relojes o gafas— para ofrecer respuestas contextualizadas, sugerencias de viaje o direcciones en tiempo real con solo un comando de voz.

¿Un futuro más competitivo?

Aunque OpenAI aún no ha detallado los dispositivos que planea lanzar, el anuncio refleja claramente su intención de competir en el terreno donde hasta ahora tenía desventaja. Al contar con Jony Ive y con una considerable inversión inicial, la empresa está posicionándose para redefinir la relación entre el software de IA y el hardware.

El impacto en el sector turístico podría ser profundo. Si un asistente de IA logra convertirse en el canal principal de interacción con el mundo digital, las decisiones de compra, planificación de viajes y elección de destinos podrían depender más del criterio de estas IAs que del contenido publicado en webs o apps tradicionales.

Esto supondría un cambio estratégico para destinos, agencias y proveedores turísticos, que tendrían que replantearse cómo posicionarse frente a algoritmos que «deciden» por los usuarios qué recomendarles, cuándo y por qué.

Una batalla aún abierta

Mientras OpenAI promete compartir más detalles sobre su “familia de productos” en 2026, la carrera ya está en marcha. La pregunta no es solo quién construirá el mejor asistente de viaje, sino qué empresa logrará integrarse de manera más natural y útil en la vida cotidiana de los usuarios.

La respuesta tendrá implicaciones profundas para la industria turística, que deberá mantenerse ágil, atenta y, sobre todo, abierta a colaborar con estas nuevas interfaces si quiere seguir siendo visible en la era de los asistentes inteligentes. Porque en el futuro, quizás no sea el viajero quien busque el viaje, sino el viaje quien encuentre al viajero.

Información original en Skift.

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