Las ciudades se enfrentan al reto de elegir y gobernar su posicionamiento turístico integrándolo con su modelo urbano, dando a su vez respuesta a los desafíos de la agenda global que Naciones Unidas subrayó en su reciente Conferencia sobre Desarrollo Urbano Sostenible. La adecuada respuesta en muchas ciudades españolas a esos desafíos determinará la capacidad del turismo para seguir ejerciendo, a medio y largo plazo, su tradicional función de motor económico y creación de empleo.
Todo ello respetando la capacidad de carga de las infraestructuras, entorno y medio ambiente, protegiendo a su vez el estilo y calidad de vida de sus ciudadanos residentes.
Los últimos años han atestiguado un fuerte aumento de demanda en las zonas más turísticas de algunas ciudades, suscitando percepciones puntuales de saturación e inducido unas indeseadas reacciones sociales. De hecho, retroalimentado por grupos de opinión adversos al sector, unidas a algunas lecturas institucionales que les han sido afines, se han despertado en algunos destinos incipientes actitudes próximas a la turismofobia.
En ese injusto e inusual descrédito de las actividades turísticas han confluido diversos factores, que en algún determinado centro urbano y destinos muy localizados han generado una congestión temporal, por la atípica y exponencial afluencia turística, tras años de crisis, donde nos lamentábamos precisamente de lo contrario.
En su informe UrbanTour, Exceltur analiza cuáles son los principales factores de crecimiento de la demanda del turismo urbano, así como la balanza entre el alojamiento tradicional y el crecimiento de las plataformas p2p y el papel de cada elemento en la cadena de valor del turismo: