La tecnología móvil permite una comunicación instantánea entre consumidores y ofertantes de un determinado bien, lo cual ha eliminado muchas barreras de entrada en sectores tradicionales. Esta desintermediación ha afectado a sectores como la industria musical o incluso el bancario (donde hoy día proliferan plataformas que aglutinan usuarios y diversifican el riesgo, por ejemplo para financiación o compra de divisas para PYMES).
Las plataformas P2P (peer-to-peer) existen desde los años 90, pero la economía colaborativa eclosionó a partir de la crisis de 2007. Ya en 2011 la revista Time consideró la economía colaborativa como una de las 10 ideas que cambiará el mundo en los próximos años.
¿Por qué es competitiva la economía colaborativa?
En muchas plataformas colaborativas el precio o incluso la tecnología tienen un valor relativo; la clave de su competitividad es el “Time to Market”, o capacidad para poner en el mercado el producto que demanda el usuario. Esto significa que la tecnología desbloquea activos que antes no estaban disponibles. Por ejemplo, fuentes de BlaBlaCar afirman que el 25% de los viajes realizados mediante esta plataforma en España y Francia unen puntos que no tienen conexión directa mediante transporte público. Por tanto, en esos casos el factor decisivo no es el precio sino la conveniencia. Para una compañía de líneas regulares no sería rentable explotar esos destinos, por lo que esta demanda quedaría desatendida.
Algunos factores clave que explican el éxito de estas plataformas en sectores tradicionales son: ofrecer productos útiles eliminando ineficiencias, con una adecuado sistema de control basado en evaluación cruzada. A esto se añade el posibilitar el acceso a bienes mediante su uso y no su posesión, o facilitar un cierto estilo de vida donde se comparten recursos infrautilizados como espacios (de trabajo, vivienda, ocio…), habilidades o tiempo.
Estos negocios además pueden ser escalados para llegar a un mayor volumen gracias a la desagregación de empleados y clientes, junto con las facilidades de comunicación y pago.
Impacto en sector hotelero tradicional
Dentro del sector turístico, el alojamiento tradicional se está viendo afectado por la competencia de plataformas de alquiler o intercambio de espacios particulares como Airbnb, Home Away, Love Home Swap, Couchsurfing o Onefinestay. Si bien el alquiler de casas particulares ha existido siempre, las posibilidades de comunicación actuales han multiplicado exponencialmente su negocio. Esto ha provocado en muchos casos una fuerte reacción defensiva del sector, por entender que se está realizando una competencia desleal no sujeta a la misma regulación que los negocios tradicionales.
Así, recientemente la asociación sectorial CEHAT ha reclamado a la CNMT un endurecimiento de las condiciones para los nuevos modelos de economía colaborativa. EXCELTUR por su parte también demanda una mayor regulación en el sector para, a su juicio, reducir el fraude y proteger al consumidor. En 2015 realizó un amplio estudio sobre el impacto derivado del crecimiento del P2P en alojamiento, donde exponía los motivos para exigir un nuevo marco jurídico.
Muchas de estas reivindicaciones no están exentas de razón, teniendo en cuenta la multitud de exigencias que afectan a los establecimientos tradicionales (sin olvidar la dispersión territorial de dichas regulaciones, que crea ineficiencias y agravios comparativos). Sin embargo, la innovación avanza casi siempre por delante de las normas, que muchas veces llegan tarde y mal. El regulador debe entender la nueva economía digital, y defender los derechos de los ciudadanos. Y entre estos derechos se encuentra el obtener un producto útil y adecuado a su demanda.
Si la normativa actual no permite alquilar estancias sueltas, ¿cómo se pretende regular esta actividad? Por ejemplo, en Madrid el alquiler de apartamentos turísticos es incompatible con su uso como residencia permanente y exige una duración mínima de cinco noches. Sin embargo, existe una oferta y una demanda para este tipo de productos que no se va a detener ante estas barreras.
Si en lugar de levantar murallas los hosteleros generan una oferta atractiva que complemente la experiencia, se crearán muchas oportunidades de negocio cruzado beneficiosas para ambas partes. Así lo ha entendido Room Mate, con su plataforma de apartamentos BeMate que cumplen unos parámetros de calidad y se apoyan en hoteles cercanos como hub de servicios. O las recientes operaciones que protagonizan Hyatt (que ha comprado parte de Onefinestay), Windham con Love Home Swap, o Expedia con Home Away.
Si inicialmente se encasilló a la economía colaborativa dentro del segmento low-cost, actualmente ha evolucionado hacia patrones de consumo basados en la confianza y en modelos de compra inteligente (pagar sólo por los servicios deseados, y no necesariamente a un precio bajo). Quien compita sólo por precio (sea tradicional o no), sufrirá una pérdida de valor percibido por el cliente.
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