El portal b2b de innovación turística

El portal b2b de innovación turística

Destinos

Canadá: al encuentro del oso polar

Canadá: al encuentro del oso polar

Churchill (Canadá) no alcanza los mil habitantes; una cifra parecida a la de los osos polares que, hambrientos, aguardan por la bahía de Hudson a que sus aguas vuelvan a congelarse. Tras un verano de ayuno forzado en tierra firme, estos señores del Ártico se concentran cerca del pueblo, ávidos por lanzarse al hielo en busca de focas para saciar su apetito.

Los vecinos de Churchill tienen la sana costumbre de no cerrar con llave la puerta de sus casas y sus coches para que cualquiera pueda refugiarse allí de toparse con un oso polar. Y es que en este remoto pueblo de la costa de Manitoba el riesgo no son los ladrones, sino estas bestias de hasta más de 600 kilos que, durante los meses cálidos que pasan en tierra firme, son capaces de aparecer, y hambrientos, cuando uno menos se lo espera.

De no ser por ellos, pocos viajeros se acercarían hasta este puerto del Ártico canadiense al que solo puede accederse pagando un billete de avión o tras un par de días en tren. Se cuentan por miles los visitantes que cada otoño pagan una buena suma por vivir de cerca la experiencia de salir al encuentro de los osos polares. Extremando las precauciones, eso sí.

Se estima que por la bahía de Hudson rondan cerca de un millar de osos polares. Salvo las crías con hembras recién paridas, que aguantan los peores fríos en sus madrigueras, los demás pasan la mayor parte del año sobre la costra del mar congelado, donde se encuentran las focas que constituyen la base de su alimentación. Cuando hacia finales de junio empieza el deshielo, estos fenomenales nadadores se ven obligados a migrar rumbo a los bosques.

Entre comienzos de octubre y mediados de diciembre, dependiendo de un clima cada vez más cálido e impredecible, la costra helada debería volver a formarse, y los osos, tras meses prácticamente sin haber probado bocado, tienen prisa por salir a cazar. Esperando el momento de perderse por el Gran Blanco, se aproximan más y más a la costa, y a Churchill.

Los Tundra Buggy, un extraño cruce entre camión todoterreno y prototipo especial panorámico, sacan de excursión en pequeños grupos a los visitantes que quieren fotografiar a los señores del Ártico en su hábitat natural. No hay garantía absoluta de verlos, pero sí muchas posibilidades.

Además de estas expediciones, con opción a dormir en vehículos preparados, se ofrecen recorridos en helicóptero para seguir localizándolos desde el aire, paseos en trineos de perros, y hasta existe la posibilidad de hacer noche en unos lodges que, en plena naturaleza, multiplican la probabilidad de los avistamientos lejos de las hordas que invaden el pueblo en otoño.

También, y solo para valientes, caminatas por la tundra con expertos rangers armados. Sin su compañía, aventurarse en solitario por estos territorios está altamente desaconsejado.

Antes de emprender la aventura, el viajero debe tener algo en cuenta de suma importancia. Para acceder al país norteamericano debe solicitar la Canadá eTA, una autorización de viaje electrónica que sustituye al tradicional visado de entrada. De no cumplimentar este trámite, se le puede negar la visita a uno de los países más fascinantes de todo el planeta.

Últimas noticias