E l pasado mes de noviembre, Brian Chesky, cofundador y CEO de Airbnb, preparó un un lanzamiento de producto inspirado en Apple: repleto de largas colas de periodistas, muchos aplausos, ovaciones y por supuesto, su propio «una cosa más».
Todo para la presentación de Trips, la nueva plataforma de la compañía, con un diseño a lo Netflix que pone las «Experiencias» reservadas en el centro de la aplicación. Pronto incluirá reservas en restaurantes, actividades y clases, y opciones de transporte, lo que ha disparado los rumores de que la compañía podría añadir vuelos y alquiler de coches.
Un artículo publicado por Alice Jong, investigadora de Phocuswright, profundiza en las consecuencias de este lanzamiento para la compañía y su posible grado de aceptación entre los viajeros.
Según la analista de Phocuswright, las experiencias son dirigidas por expertos locales, incluyendo astrofísicos, gurús de la moda y cazadores de trufas. El diseño seduce con carteles de películas y remolques personalizados pulidos. Se trata de aprovechar nuevas oportunidades para «vivir como un local», uno de los eslóganes de la compañía, pero ¿realmente queremos pasar nuestras vacaciones haciendo violines, elaborados con basura reciclada, o aprendiendo a ser un acróbata?
No estamos tan seguros. La cierto es que, a medida que Airbnb ha crecido hasta convertirse en la cuarta empresa de viajes online más grande del mundo, sus usuarios se van pareciendo más y más a los viajeros de toda la vida. Puede que estén más motivados para experimentar la cultura local y conectarse con los lugareños, pero no mucho más. El precio y la ubicación son, como en cualquier plataforma, mucho más importantes en la decisión de reserva que vivir como un local.
Experimentar otras partes del mundo sólo motiva a un cuarto de los clientes de Airbnb (principalmente sólo quieren escapar y pasar tiempo con amigos y familiares).
Los alojamientos son un segmento escalable. Siempre están allí. Los anfitriones pueden alquilarlos desde cualquier lugar. Las experiencias, no tanto. El anfitrión tiene que estar presente y tomarse el tiempo para realizar cada tour. ¿Cuánto podría generar esta nueva línea de negocio para Airbnb?
Airbnb ha lanzado con 500 experiencias, y la mitad tienen un precio igual o inferior a los 200 dólares. Además, planea expandir Trips a 50 ciudades en 2017. Supongamos que el tamaño promedio del grupo es de seis pasajeros, los viajes se realizan tres veces por semana durante 40 semanas al año, y el precio promedio es de 180 dólares por actividad. La comisión del 20 por ciento que se lleva Airbnb equivaldría a 32,4 millones de dólares en ingresos anuales, asumiendo que todas las experiencias estuvieran completas.
Si Airbnb continúa su crecimiento y los ingresos para el 2017 se acercan a los 3.000 millones, las experiencias representarían únicamente el 1,1 por ciento de su negocio global, según las previsiones más optimistas. Incluso bajo escenarios mucho más agresivos, Experiencias aún representaría una participación relativamente pequeña y de un solo dígito en los negocios de la compañía.
Sólo un tercio de los inquilinos de Airbnb compraron una excursión en su último viaje de placer, y Experiences apelaría a un subconjunto aún más pequeño. Es cierto que las experiencias de Airbnb no son para las masas (Chesky piensa que el turismo de masas es uno de los grandes problemas del viaje), pero Airbnb es cada vez más un producto de masas, así que quizás la escalabilidad no sea su objetivo aquí. Tal vez detrás de la presentación de Trips hay un ejercicio de marca que prepara para los planes más ambiciosos por venir (vuelos, servicios, alquiler de coches, reservas de restaurantes…).