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Inteligencia artificial y turismo: cómo está cambiando la mentalidad de los inversores

La irrupción de la inteligencia artificial (IA) está alterando profundamente la manera en que los inversores ven el futuro del sector turístico. Hoteles, operadores y startups especializadas se encuentran en un entorno donde la tecnología evoluciona a tal velocidad que es difícil anticipar su impacto a medio y largo plazo.

Para los inversores, el reto no solo es identificar qué proyectos y empresas sobrevivirán a esta ola tecnológica, sino también decidir cómo y en qué medida aprovechar estas herramientas. Al mismo tiempo, existe presión por parte de los consumidores: cada vez más viajeros están dispuestos a utilizar IA para investigar y reservar sus viajes, lo que incrementa la urgencia de adaptación.

Un mercado en transformación acelerada

Chris Hemmeter, socio gerente de Thayer Investment Partners, afirmó que la IA ha sacudido a proveedores, intermediarios y actores consolidados de la industria “hasta la médula”. Rod Cuthbert, fundador de Viator, agregó que un mercado que antes se consideraba maduro y estable ha sido “puesto patas arriba” por una tecnología que cambia tan rápido que resulta difícil seguirle el ritmo.

Cuthbert destacó que abundan los fundadores que presentan soluciones basadas en IA, pero la incertidumbre del mercado frena a los inversores, que dudan en comprometer capital en un entorno tan volátil. Esta cautela se refleja en los datos: la financiación a startups de viajes se encuentra en su nivel más bajo en una década, después de los picos alcanzados en 2021 y 2022.

Mike Coletta, responsable de investigación e innovación en Phocuswright, atribuyó esta caída a varios factores, entre ellos el hecho de que gran parte del capital disponible está siendo absorbido por empresas de IA y modelos de lenguaje de gran escala (LLM) que no necesariamente operan en el sector turístico.

De la euforia inicial a la adopción masiva

Según Gilad Berenstein, fundador de Brook Bay Capital LLC, la reacción del sector y de los inversores ante la IA ha evolucionado por fases. En 2023, se vivió una “carrera B2C” para lanzar productos generativos, muchos de ellos de corta duración pero bien recibidos por el mercado. El año 2024 estuvo marcado por una vuelta a la sensatez y el foco en el negocio. Para Berenstein, entre 2025 y 2027 viviremos la “fase de adopción masiva” y la gran “comoditización” de la IA.

No obstante, Cuthbert fue tajante: “Cualquiera que diga que sabe cómo terminará todo, se engaña a sí mismo”.

Expectación y ansiedad en el sector turístico

La IA ya ha transformado áreas como la atención al cliente, la ingeniería de sistemas y la distribución. Sin embargo, en el turismo, y especialmente en la hotelería, la mayor preocupación se centra en cómo cambiarán la búsqueda, el descubrimiento y la reserva de viajes.

Por un lado, existe entusiasmo por las oportunidades de personalización y eficiencia que ofrece la IA; por otro, inquietud por la dificultad de planificar estrategias a 5 o 10 años vista. Coletta advirtió que, a medida que los asistentes virtuales y agentes inteligentes avancen, podrían modificar radicalmente la gestión de empresas y operaciones.

Berenstein reconoció que, aunque pocos inversores lo admitan abiertamente, todos están bajo presión de sus socios y del mercado para ganar exposición a la IA. Hemmeter alertó sobre el “FOMO” (miedo a quedarse fuera) que empuja a algunos a querer presentarse como negocios basados en IA sin tener fundamentos sólidos.

Coletta añadió que la verdadera sensación de urgencia podría llegar en uno o dos años, cuando se comprenda mejor cómo la IA está transformando el marketing, las operaciones y la distribución en el sector turístico. Un escenario posible es que los LLM faciliten más reservas directas con proveedores, algo que podría incomodar a las OTAs y demás intermediarios, que ya están reforzando sus capacidades tecnológicas, asociándose con grandes proveedores de IA y adquiriendo startups.

Una revolución distinta a las anteriores

Los expertos coinciden en que esta revolución tecnológica avanza más rápido que las anteriores. Berenstein subrayó que la facilidad de uso de la IA acelera su adopción y fomenta mercados más competitivos, con mayor oferta para los consumidores.

Coletta destacó que esta vez la tecnología está en manos de los usuarios desde el inicio, a diferencia de otros avances que comenzaron en entornos académicos o corporativos. Además, las startups de IA pueden operar con presupuestos más reducidos y desarrollar productos con rapidez, lo que implica necesidades de financiación diferentes y obliga a los inversores a replantear sus estrategias.

Hemmeter señaló que las inversiones más grandes se concentran en empresas con ingresos significativos, como OpenAI, y comparó este momento con los inicios de internet en los 90, aunque descartó un colapso similar al de la burbuja puntocom. En su opinión, el hecho de que muchas empresas sigan siendo privadas suaviza los fracasos y limita su impacto en la confianza general del mercado.

Fundadores: oportunidades y cautelas

En este contexto, la curiosidad inversora está en su punto más alto, lo que abre puertas para los fundadores de nuevas empresas. Sin embargo, Coletta advirtió que las apuestas seguirán siendo prudentes, y recomendó no abandonar los principios básicos a la hora de presentar un proyecto.

Hemmeter coincidió en que la esencia del proceso no ha cambiado: es imprescindible contar con una narrativa sólida que identifique un problema difícil de resolver en un mercado amplio, explicar claramente cómo se aborda y por qué la solución es defendible y atractiva.

Coletta añadió que tener una visión clara del futuro puede diferenciar a un fundador y demostrar criterio empresarial. Por su parte, Berenstein aconsejó reforzar la medición del retorno de la inversión para destacar en un mercado saturado de promesas. “En un contexto de hype infinito, lo que resonará no será la demo del producto, sino las pruebas creíbles de creación de valor real para los clientes y el mercado”, puntualizó.

Implicaciones para la hotelería

Para los hoteles, esta nueva mentalidad inversora implica que las soluciones tecnológicas deberán demostrar rápidamente su impacto en ingresos, eficiencia operativa y experiencia del huésped. La IA podría favorecer la venta directa, optimizar la gestión de inventarios, personalizar ofertas y automatizar procesos clave. Sin embargo, la competencia por captar inversión será intensa, y solo las propuestas con resultados tangibles y escalabilidad real podrán destacarse.

La gran incógnita es cómo equilibrarán las empresas la necesidad de innovar con el riesgo de invertir en tecnologías que podrían quedar obsoletas en pocos años. Lo que está claro es que, para inversores y operadores turísticos, la inteligencia artificial no es una moda pasajera, sino un factor estructural que redefinirá el sector en la próxima década.

Información original en PhocusWire.

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